Si en los pequeños con cáncer la mediana de seguimiento está en torno a los tres meses, en las enfermedades neurológicas y degenerativas se sitúa en los dos años. «Es muy variable: hay niños que duran muy poquito, pero el paciente de más evolución que llevamos empezó a recibir cuidados paliativos con tres años y ahora tiene 11», recuerda Fillol.
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«Por esa regla de tres, estamos dando por hecho que el niño o niña ya está predeterminado por un simple juguete, que será útil en la medida que sea capaz de estimular la imaginación y las habilidades del pequeño».
