Hacer pellas para quedarse en casa jugando a videojuegos solía un (justo) motivo de castigo para muchos jóvenes que crecieron en la década de los 90 y los 2000. El hecho de que fuera el padre del chaval quien invierta cinco millones de pesetas en un ordenador y periféricos y anime a su hijo a quedarse en casa jugando al ordenador 10 horas al día se consideraría un absoluto delirio. Un mundo al revés que levantaría la libre en los servicios sociales.
La carrera que nadie quiere estudiar pero tiene un 100% de probabilidades de encontrar trabajo
Se trata del grado de Ingeniería Agrícola que, a diferencia de hoy, en los años 90 tuvo una alta demanda (5.000 alumnos por año). Ahora los alumnos se decantan por otro tipo de grados e ingenierías, ya que lo agrónomo no resulta tan atractiva para los jóvenes y...