Tan antiguo como amar es querer también contarlo. Y tan español es decir como temer el qué dirán. Sobre estas dos realidades oscila hoy un suceso, una muerte, en la que convergen muchas otras certezas y otras tantas incertidumbres: el velocísimo desarrollo tecnológico en ningún caso comparable al ritmo de asunción digital que demostramos los seres humanos, el exhibicionismo rampante desde que nos invadieron -invadimos- las redes sociales, las ya hace tiempo tecnosexualizadas relaciones sentimentales -apps para ligar, para consentir o romper, sexting, cibersexo- y una serie de consecuencias -linchamientos, pornovenganzas, ghosting, orbiting– para las que, según los expertos, no estamos en absoluto preparados.
Es hora de pagar tu deuda de sueño
Los niveles de adenosina se pueden corregir con rapidez tras un par de noches de buen sueño. Esto dio lugar a un consenso científico: la deuda de sueño se podía saldar con un par de siestas de calidad, así lo reflejan frases casuales como “Debo poner al corriente mis...