Tan antiguo como amar es querer también contarlo. Y tan español es decir como temer el qué dirán. Sobre estas dos realidades oscila hoy un suceso, una muerte, en la que convergen muchas otras certezas y otras tantas incertidumbres: el velocísimo desarrollo tecnológico en ningún caso comparable al ritmo de asunción digital que demostramos los seres humanos, el exhibicionismo rampante desde que nos invadieron -invadimos- las redes sociales, las ya hace tiempo tecnosexualizadas relaciones sentimentales -apps para ligar, para consentir o romper, sexting, cibersexo- y una serie de consecuencias -linchamientos, pornovenganzas, ghosting, orbiting– para las que, según los expertos, no estamos en absoluto preparados.
Marc Masip Montaner: «Quienes decidieron meter tantas pantallas en las aulas deben de estar arrepentidos»
"Los números lo avalan, el índice de suicidios es el más alto de la historia y somos el país con más adicción a la red de toda Europa. Por lo que hay que dar pautas a los profesionales y a las familias para que eduquen en un mejor uso de la tecnología".