Tan antiguo como amar es querer también contarlo. Y tan español es decir como temer el qué dirán. Sobre estas dos realidades oscila hoy un suceso, una muerte, en la que convergen muchas otras certezas y otras tantas incertidumbres: el velocísimo desarrollo tecnológico en ningún caso comparable al ritmo de asunción digital que demostramos los seres humanos, el exhibicionismo rampante desde que nos invadieron -invadimos- las redes sociales, las ya hace tiempo tecnosexualizadas relaciones sentimentales -apps para ligar, para consentir o romper, sexting, cibersexo- y una serie de consecuencias -linchamientos, pornovenganzas, ghosting, orbiting– para las que, según los expertos, no estamos en absoluto preparados.
Temporal y covid, familias asfixiadas por la crianza que buscan cómo sobrevivir
Diferentes estudios en el campo de la psicología social señalan que el hogar no es el mejor lugar para desarrollar un trabajo intelectual cuando no se dispone de un habitáculo cerrado y de unas normas que regulen el acceso. “Estudiamos los efectos negativos que las...