En los años 70, Manuel González se crió con doce hermanos en un piso de tres habitaciones en Carabanchel. Una para los padres; la segunda para sus hermanas y la otra para él y los otros varones. A punto de cumplir 50 años, González está divorciado y tiene una hija. Una sola.
«Me he dado cuenta de que mi hijo Bosco, con síndrome de Down, es el mejor pegamento para la familia»
Las personas con discapacidad en general, son un ejemplo de fortaleza. Con mirarles te das cuenta de que va la vida. A lo que a mi me respecta, el síndrome de Down me ha ayudado a bajar a la tierra, poner los pies en ella, y aprender a vivir con sus zapatos.