Durante años, Pablo se hizo la misma pregunta: ¿cómo puede una persona estar tan enganchada a la tragaperras? Se refería a un hombre que veía todas las mañanas en la cafetería donde iba a desayunar. Siempre estaba jugando. Tiempo después se lo volvió a encontrar, esta vez en una terapia de rehabilitación para ludópatas. Ambos eran adictos al juego, con la diferencia de que los 340.000 euros de deuda de Pablo no venían de gastar dinero físico, sino de apostar online.
Las escuelas de élite vuelven al papel y el lápiz por la IA y el abuso de pantallas
Para Willard, la sobredosis de dispositivos y redes sociales entre los jóvenes son un elemento que causa más problemas que ventajas, y cuenta que sus dos hijos, de cinco y ocho años, no usan esas plataformas.