En los hogares donde los gritos son recurrentes, los niños tienden a desarrollar una baja autoestima e índices más altos de depresión. Un estudio de 2014 publicado en The Journal of Child Development comprobó que gritar produce en los niños secuelas similares al castigo físico: altos niveles de ansiedad, estrés, depresión y un aumento de los problemas de conducta.
Justicia para todos… menos para los mas pequeños
En estos días ha sido noticia los gritos desesperados de unos niños que se negaban a ir a visitar a su padre a México como así rezaba en una sentencia judicial. Sucedía en la localidad de Alboraya (Valencia) y de momento, la presión popular ejercida por los vecinos de...