En los hogares donde los gritos son recurrentes, los niños tienden a desarrollar una baja autoestima e índices más altos de depresión. Un estudio de 2014 publicado en The Journal of Child Development comprobó que gritar produce en los niños secuelas similares al castigo físico: altos niveles de ansiedad, estrés, depresión y un aumento de los problemas de conducta.
Emilio Calatayud: La condena que más impongo y me agradecen es aprobar la ESO
Emilio Calatayud es un juez muy especial. Sus condenas -repoblar bosques, repartir comida entre los indigentes, impartir clases de informática o sacarse la ESO- tienen siempre como objetivo que el menor reconduzca su camino. ‘Educar en derechos y deberes: cómo...