En los hogares donde los gritos son recurrentes, los niños tienden a desarrollar una baja autoestima e índices más altos de depresión. Un estudio de 2014 publicado en The Journal of Child Development comprobó que gritar produce en los niños secuelas similares al castigo físico: altos niveles de ansiedad, estrés, depresión y un aumento de los problemas de conducta.
«Tras la muerte de mi mujer, solo pienso en suicidarme»
La soledad tiene rostro de mujer: el 70% de quienes la padecen lo son. Por otra parte, el 43% que padece esta situación tiene más de 65 años. No obstante, desde el Colegio Oficial de Psicología de Madrid explican que los jóvenes representan un colectivo cada vez más...