En los hogares donde los gritos son recurrentes, los niños tienden a desarrollar una baja autoestima e índices más altos de depresión. Un estudio de 2014 publicado en The Journal of Child Development comprobó que gritar produce en los niños secuelas similares al castigo físico: altos niveles de ansiedad, estrés, depresión y un aumento de los problemas de conducta.
Natalidad y disfunciones laborales
La tasa de natalidad está determinada por múltiples factores, no todos ellos de naturaleza estrictamente económica. Pero esas otras fuerzas socioculturales se modifican más lentamente que los factores económicos de manera que influyen más marcadamente en la tendencia...