Hace unos meses que los clientes del bar de la esquina han empezado a decirle a Laura lo guapa que está. Ella suda frío. No sabe si la piropean porque ha engordado un par de kilos y se ve mejor o porque la han visto en un vídeo, desnuda, masturbándose. Laura, de 51 años, pide que no se publique su verdadero nombre porque vive en un estado de paranoia y miedo desde que decidió acabar con su novio en febrero.
El extremismo encuentra terreno fértil en las salas de chat para videojugadores
La filtración de un conjunto grande de documentos clasificados del Pentágono en Discord por parte de un aviador de la Guardia Nacional que tenía puntos de vista extremistas generó una renovada atención hacia las periferias de la industria de los videojuegos.