Una de las cosas que más me llamaron la atención del Pueblito Lindo la primera vez que aparecí por allí, fue observar que por las tardes no se ponía la televisión. Abuelas, tías y sobrinos se reunían alrededor de la mesa camilla (sí, esa tan famosa que cubre piernas, braseros y siestas) para jugar. ¡Jugar!
Familias, estados minúsculos
Exagero poco, diciendo eso. Y aún me atrevo a añadir que, sin las familias, el Estado no existiría; las familias son su verdadero origen y cabe que sean víctimas propiciatorias del mismo Estado si este pierde el sentido metafísico de su existencia porque, si no se...