Bienvenidos a la era de las mentes dispersas, de los cerebros a los que les cuesta centrar el foco, de las microconversaciones y la microatención, de personas que por momentos tienen la sensación de operar cual pollo sin cabeza en el ecosistema digital (cuando no, también, en la vida real).
¿Molestan los niños en los restaurantes?
Antes de que llegara el primer plato se les escaparon unos cuantos, muchos suspiros de agotamiento nada discretos. También un "si es que hay sitios que no son para niños". Y ahí ya salté porque mis hijos tenían el mismo derecho que ellos a estar allí comiendo...