“Dame PIN”. La frase se pronuncia como un salvoconducto. La repiten, a modo de saludo, los que van a apostar a un local de Moncloa muy cerca de Ciudad Universitaria. Es un hormiguero de estudiantes. El chico que ha preguntado por el PIN es un universitario seriecito. Son las siete de la tarde y acaba de salir de clase. Aquí nadie enseña el DNI para entrar, pero sí para poder meter dinero en las máquinas que registran las apuestas.
España se queda sin médicos de familia este verano (y esto es solo la punta del iceberg)
En estas fechas es más palpable que nunca la tensionada situación en la atención primaria. Una coyuntura derivada del abandono institucional y el desprestigio hacia la especialidad que provoca que muchos doctores decidan evitarla.