“Dame PIN”. La frase se pronuncia como un salvoconducto. La repiten, a modo de saludo, los que van a apostar a un local de Moncloa muy cerca de Ciudad Universitaria. Es un hormiguero de estudiantes. El chico que ha preguntado por el PIN es un universitario seriecito. Son las siete de la tarde y acaba de salir de clase. Aquí nadie enseña el DNI para entrar, pero sí para poder meter dinero en las máquinas que registran las apuestas.
Mi niño no suspende porque toma anfetas
"Recuerdo incluso algún profesor que recomendó que uno de los chicos de siete años del colegio se medicara para mantener la atención. Como media España está enganchada a las pastillas, se ha perdido el miedo que supone darle un blíster al menor, así conoce bien lo que...