Hace 12 años. Eran las dos de la mañana y llevaba apenas unas horas estrenando, con sentimientos encontrados, esa maravilla que llamamos maternidad. Asombro, euforia, pero también culpabilidad, dolor y miedo. Nadie me había dicho que la lactancia iba a ser un calvario. Mientras luchaba en la penumbra, se me acercó una señora vestida con bata y, con un trato muy poco delicado, empezó a aleccionarme sobre la lactancia, introduciéndose en la recién estrenada intimidad madre-hija, sin que le hubiese pedido su ayuda. Me dijo que lo estaba haciendo muy mal y me hundió de consejos para ser una madre aceptable. «Muchas gracias», le dije, esperando que nos dejara a solas.
Más allá de la depresión o la ansiedad: cuando el estigma de la salud mental se convierte en una segunda enfermedad
Según el informe del Ministerio de Sanidad publicado en diciembre de 2020 sobre la prevalencia de los problemas de salud mental y consumo de psicofármacos y fármacos relacionados a partir de registros clínicos de atención primaria, el problema de salud mental más...