Hemos traspasado a nuestros hijos las cotas de bienestar más elevadas jamás vistas en el mundo occidental. Pero los adolescentes de hoy, con sus pasaportes atestados de sellos, con sus tres horas de guitarra a la semana y un armario de zapatillas de deporte que usted de crío ni soñó, no parecen mostrar las aptitudes necesarias para coger las riendas de las empresas, mercados y gobiernos del mundo. Ni lo que es más importante: el timón de sus vidas. Ya se habla de una Generación de cristal.
Niños sin móvil, pero no sin publicidad: por qué no basta con restringir el acceso
Hoy el móvil es más que un móvil. Sirve de despertador, agenda, reproductor musical o GPS y, en medio de esa cotidianidad digital, la publicidad ha dejado de estar delimitada por los cortes entre programas o los anuncios antes de un vídeo. Ahora está integrada,...