Hemos traspasado a nuestros hijos las cotas de bienestar más elevadas jamás vistas en el mundo occidental. Pero los adolescentes de hoy, con sus pasaportes atestados de sellos, con sus tres horas de guitarra a la semana y un armario de zapatillas de deporte que usted de crío ni soñó, no parecen mostrar las aptitudes necesarias para coger las riendas de las empresas, mercados y gobiernos del mundo. Ni lo que es más importante: el timón de sus vidas. Ya se habla de una Generación de cristal.
Mi mamá me trae el bocadillo
"Así es mi madre. Una mujer que nunca lo tuvo fácil, con una vida complicada, donde sus hijos íbamos a ser su gran obra personal a pesar nuestra. No iba a dejar que nos desanimáramos. No iba a dejar que nos dijeran que no podíamos con algo. Ya se iba a encargar ella...