JFS014Ondina Vélez. Médico de familia y Directora del Centro Universitario de Información Sexual del Instituto de Estudios de la Familia de la Universidad CEU San Pablo.

Este resumen de la ponencia se basa en apuntes tomados durante la misma y tiene una finalidad meramente informativa, que de ningún modo pretende ser exhaustiva ni agotar su contenido.

La aceptación social del aborto y su consideración como derecho de la mujer hace que el diagnóstico de embarazo se perciba muchas veces como una amenaza y que la primera pregunta sea si es deseado. El propio término de embarazo no deseado y su catalogación como tal hasta en las clasificaciones médicas muestra con evidencia que lo que se considera importante no es el embarazo, sino sólo si es deseado o no.

En el caso de las adolescentes, se tiende a considerar por defecto que no lo es. Esto simplifica en exceso el problema, porque equipara indebidamente el embarazo no deseado con un embarazo no planificado o un embarazo inesperado. Como en otros campos, el uso de una determinada terminología no es indiferente.

Los datos oficiales publicados por el Ministerio de Sanidad y Consumo revelan un aumento continuo en la cifra total de abortos en todos los grupos de edad, pero también en cada uno de ellos. En las adolescentes, este aumento es muy significativo: si en 1997 recurrían al aborto 5 mujeres de entre 15 y 19 años por cada mil, en 2007 fueron 14.

Las causas de embarazos inesperados pueden resumirse en cuatro:

1. Vivencia de una sexualidad desvinculada de la procreación, e incluso del amor.

2. Inicio precoz de las relaciones sexuales.

3. Relaciones sexuales promiscuas y con alto grado de inestabilidad.

4. Marginalidad y promiscuidad derivada de la inmigración.

El embarazo inesperado es, hoy en día, una situación de encrucijada, y más en el caso de las adolescentes. La aceptación social del aborto y de un concepto amplio de riesgo para la salud psíquica de la madre ha motivado que, en el caso de la menor, existan corrientes sociales que intentan defender el aborto como la única alternativa razonable. Algunos grupos feministas plantean abiertamente, por ejemplo, que cualquier embarazo adolescente debe acabar en aborto. Eso explica que, con la actual legislación, el motivo que se aduce para la inmensa mayoría de los abortos sea el relativo a ese riesgo para la salud de la madre, y que en algunas zonas sanitarias toda menor de 18 años embarazada sea automáticamente valorada por los psiquiatras.

En cambio, la decisión de continuar el embarazo es la que se plantea cómo la más difícil. Por eso es tan importante que reciban apoyo y que se les explique que es la mejor opción, a pesar de todas las dificultades que se presentan. En ese momento, las palabras de aliento que se le puedan decir a la embarazada son totalmente trascendentales, como también las imágenes de una ecografía, el recurso a una red social y la explicación detenida de la posibilidad de dar el niño en adopción.

Las cifras actuales de abortos, su aceptación social y la actitud de silenciar sus consecuencias para la mujer exigen una actitud de compromiso completo: cada aborto es una vida que no llega a su término y muchas otras vidas heridas para siempre, mientras que la aceptación de un embarazo y, por tanto, de una nueva vida puede suponer un cambio social y cultural de alcance inimaginable.