02gPaloma de Cendra de Larragán. Psicóloga y Terapeuta de Pareja y Familia.

Este resumen de la ponencia se basa en apuntes tomados durante la misma y tiene una finalidad meramente informativa, que de ningún modo pretende ser exhaustiva ni agotar su contenido.

La familia tiene que ser contemplada como una red de comunicaciones entrelazadas y en la que todos los miembros, desde el más pequeño hasta el mayor, influyen en la naturaleza del sistema al tiempo que todos, a su vez, se ven afectados por el propio sistema. El enfoque sistémico considera que el paciente no enferma solo. La familia construye la imagen del paciente y de su enfermedad y por lo tanto, hay que trabajar con la imagen que tanto paciente como familia tienen de la enfermedad.

El alcohol es un problema cuando afecta a la persona, en cualquiera de sus diferentes áreas. Esto incluye su salud, su familia, su trabajo, y sus amigos. Son varios los factores que pueden influir en la aparición y el mantenimiento del alcoholismo: necesidad de aliviar la ansiedad, huida de los problemas en el trabajo, conflictos en las relaciones interpersonales, problemas de pareja y/o familia, depresión, baja autoestima, un estilo de vida estresante…

En todo momento hay que tener en cuenta que el alcoholismo es una enfermedad que se puede tratar. La relación entre la persona alcohólica y los que con ella conviven normalmente se ve envuelta de tensiones, que muchas veces ninguno de los afectados relaciona con el consumo de alcohol. Esta situación genera una relación de codependencia, una relación patológica, donde el interés y la actitud fundamental consisten en intentar ayudar al alcohólico. Esto hace que el codependiente o coadicto se convierta en cómplice de la enfermedad y ayude a que se mantenga.

Los familiares de alcohólicos acaban teniendo sentimientos de culpa, ansiedad, vergüenza, dificultad para mantener relaciones interpersonales, confusión, enfado y depresión. Como consecuencia de este sufrimiento, normalmente la familia decide empezar el tratamiento, ingresando en un centro a la persona. Así consigue distanciarse del problema y poder afrontar el estrés y el caos familiar.

Cuando el alcohol pasa a formar parte de la familia, altera su orden, su horario, sus costumbres, sus normas, sus relaciones sobre todo desde el plano emocional y afectivo. Estas alteraciones le provocan no saber qué hacer, tener tensión de manera constante, sentirse culpable, y empezar a descuidar y a tener problemas en la comunicación entre sus miembros. No hablan entre ellos ni con nadie, del problema del alcohol, la mayoría de las veces por miedo y/o vergüenza.

Existen una serie de etapas comunes en las familias con problemas de alcohol: negación, reconocimiento, enfrentamiento, control, supervivencia y aceptación. El alcoholismo es una enfermedad que puede empezar por uno de los miembros de la familia pero que con el paso del tiempo puede afectar a todos. La mejor opción es que los familiares busquen también ayuda para ellos mismos. Pueden mejorar con la ayuda de un profesional y con el apoyo de un grupo de autoayuda para familiares, independientemente de que el paciente alcohólico siga bebiendo o no. En algunos casos, aunque el paciente deje de beber, el familiar no consigue recuperarse si no cuenta con la ayuda especializada de un profesional.