Nunca me hizo demasiada gracia que mis hijos decidieran jugar al fútbol, pero por desgracia para mí no hago otra cosa que recorrer los pabellones y los campos de los diferentes equipos escolares de la provincia, y me encuentro siempre con el padre que piensa que tiene a Messi en casa y al entrenador que se cree Mourinho, y ambos se dedican a mostrar sus frustradas ambiciones futbolísticas a gritos en los partidos.
Mamá, quiero quedarme ciega
"¿Deberíamos impo"ner multas a quien se equivoque y diga a un ‘transciego’ cosas ofensivas para él, como ‘mira tú por dónde’ o ‘¡hasta la vista!’?".