“No me despedí de mi hermano, me quedé en mi cuarto jugando a la video consola y no le dije nada. Esa noche mi hermano se mató en un accidente de coche y yo no me despedí de él”. Este pensamiento y esta sensación amarga están presentes en la vida cotidiana de Manuel, un adolescente que perdió a su hermano cuando él tenía 10 años. Un pensamiento alrededor del que ha generado una tremenda rabia contra el mundo que le rodea y contra él mismo. Un pensamiento que ha mantenido dentro de él, y allí dentro se ha hecho, a través de la culpa, la ira y la desesperación, poderoso y destructor.
Temporal y covid, familias asfixiadas por la crianza que buscan cómo sobrevivir
Diferentes estudios en el campo de la psicología social señalan que el hogar no es el mejor lugar para desarrollar un trabajo intelectual cuando no se dispone de un habitáculo cerrado y de unas normas que regulen el acceso. “Estudiamos los efectos negativos que las...