Familias que apenas comparten una vida en común, en las que brilla el respeto por su ausencia. Es el caldo de cultivo de lo que puede desembocar en agresiones de hijos a padres, una realidad latente que conoce el psicólogo Alberto Ruíz de Alegría, director de la Fundación Norbera, que cada año atiende 200 casos en Gipuzkoa. “Los padres tienen que saber frustrarles, ponerles límites desde la infancia y cuidar las relaciones afectivas”, recomienda.
Deben aprender a sacrificarse: cómo no educar a una hija
Se dice que nunca antes en la historia del hombre hemos mimado y sobreprotegido tanto a nuestros hijos, y es bastante posible que así sea. Una de las críticas más habituales realizadas a los padres modernos es que han intentado, por todos los medios, que sus hijos no...