Gritar a los adolescentes o utilizar un lenguaje agresivo para recriminarles su actitud puede ser tan perjudicial como pegarles. Es la conclusión de un estudio de investigadores de las universidades de Pittsburgh y de Michigan que se ha publicado en la revista Child Development. El estudio sostiene que los gritos no van a reducir o corregir los problemas de comportamiento sino que, al contrario, pueden agravarlos.
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De hecho, hasta hace no mucho, el matrimonio suponía el comienzo de una vida en familia. Esto es algo que a día de hoy no ocurre, puesto que muchas parejas no ven necesario tener que pasar por la Iglesia o los juzgados para considerar que han formado una familia.