La mayor parte de las personas que cuidan a familiares enfermos de manera continuada sufren un importante desgaste emocional. Manifiestan que se sienten nerviosas, muy tensas, en alerta y preocupadas durante la mayor parte del día. Perciben que no tienen vida propia, que poco a poco van abandonando hábitos saludables, no duermen bien, no tienen ocio, no se cuidan físicamente. Salen con menos frecuencia con las amistades, no se sienten valorados ni comprendidos ni apoyados por el resto de la familia y van desarrollando un sentimiento de soledad y de tristeza intensos.
Si pierdes los nervios o alzas la voz es normal: ser padre es el oficio más difícil del mundo
Nadie prepara a los progenitores para que puedan hacer frente a la multitarea, para que sepan resolver con equidad los conflictos entre hermanos, para pasar largas noches en vela, no entender el llanto del bebé o saber qué hacer cuando los límites no son respetados.