Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
Insultos de hijos a padres: «De permitir el «tío, no me taladres» se pasa al «payaso» y se acaba en «ojalá te mueras»»
Los insultos de los hijos hacia los padres durante este periodo han escalado hasta cuadruplicarse y las malas contestaciones se han multiplicado por dos, según una encuesta realizada a padres de adolescentes que alerta del riesgo de que se consoliden esas actitudes...