Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
«¿Qué será de mi hijo con discapacidad cuando yo no esté?»
Esta es una de las principales preocupaciones recogidas en el Informe Discapacidad y Familia, realizado por la Fundación Adecco con la colaboración de GEDIA. Todos los padres encuestados, reconoce Rocío Rubio, consultora de Plan Familia de la Fundación Adecco,...