Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
Adicción: el viaje del vicio a la enfermedad
La experiencia de la pandemia por coronavirus ha supuesto “un desafío extra” para las personas con adicciones. Así lo han indicado diversos psiquiatras y psicólogos durante los tres últimos años. Probablemente, el efecto de esta crisis sanitaria continúe aumentando en...