Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
La pandemia de los suicidios: peligroso aumento de intentos tras el confinamiento
Psiquiatras, urgenciólogos y organizaciones para la prevención del suicidio esperan un incremento de los mismos en los próximos meses. Aunque no existen cifras consolidadas a nivel estatal, en Cataluña ya han advertido un incremento del 27% en el último trimestre de...