Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
Papá, un Superman de andar por casa
Padres en tiempos de cambio. Llevan a los niños al pediatra, cambian pañales y se comen a sus hijos a besos. El cambio de actitud de los jóvenes padres españoles no afecta, según los expertos, a la idealización que les profesan sus hijos, como tampoco lo hace el...