Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
Los padres que compiten con los regalos a los profesores para obtener mejor trato para sus hijos
Durante el periodo de aprendizaje escolar, el profesor es casi tan importante como los padres. Al fin y al cabo, un niño o un adolescente pasa más tiempo con el docente que con sus progenitores. Es verdad que no sólo es importante aquello que en el colegio se nos...