Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
Abuelos y nietos: el cambio en la frecuencia y los modos de relacionarse aumenta el sufrimiento de ambos
Esta mayor vulnerabilidad no solo se asocia al mayor riesgo a tener secuelas graves y de mortalidad por el COVID-19. También nos encontramos con muchos abuelos con un nivel de afectación a nivel psicológico considerable, asociado al miedo al contagio y muerte, pérdida...