Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
Depresión, ansiedad y pensamientos suicidas: el informe que Facebook ocultó sobre los efectos de Instagram
Tampoco es justo culpar sólo a Facebook de algo que es habitual entre las grandes tecnológicas de Silicon Valley. Todas prefieren pedir perdón a pedir permiso y su manera habitual de disculparse es pagar multas millonarias. Por ejemplo, Google abonó 5.000...