Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
«Entras en Instagram, te comparas y piensas en hacerte mil retoques»: la dictadura de la belleza se construye en las redes sociales
Las redes sociales tienen una influencia total en la autoestima, en la gestión de emociones y en la autoconcepción del físico. Así lo explica el doctor Masip, quien defiende que se trata de una realidad que afecta, mayormente, a chicas jóvenes.