Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
«Necesitamos una política proactiva de inmigración para pagar las pensiones»
"No tiene sentido que todas las profesiones tengan el mismo sistema de jubilación. No puede ser que alguien que tiene un empleo muy físico se jubile al mismo tiempo que alguien que no lo tiene. Una persona con edad avanzada no puede subirse a un andamio, o entrar en...