Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Sin ir muy lejos, la abuela de quien escribe, cuando un nieto o nieta se ponían pesaditos, recomendaba actuar ante ellos: “Como si fueran muebles”. Una mesa, una silla o un armario. Ignorarlos hasta que se les pasara la rabieta o dejaran de dar a lata. El “ya encontrarás algo para hacer” era asimismo otra respuesta habitual al clásico “me aburro”. Se consideraba que el distraerse era tarea de los niños, no de los padres, y que uno era capaz de hacerlo solo.
El enésimo problema de Rusia: no hay bebés para tanta guerra
En los últimos seis meses, las autoridades rusas han iniciado una cruzada contra el derecho al aborto, que pretenden tipificar como delito, así como poner en práctica otras medidas como persuadir a la mujer de que no interrumpa el embarazo, y presionar a las clínicas...