Cuando una piensa en aquellas épocas de la historia en las que el matrimonio era para siempre, pasara lo que pasara, cuesta creerlo. Si el amor moría, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre, y a tragar. Si el marido era violento, dictador y tirano, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre, y ni siquiera se investigaba la situación. Si la mujer era una acosadora psicológica, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre. Con lo cual se llegaba a verdaderas tragedias familiares y mucho sufrimiento.
La solución de la crisis está en la familia
La sociedad de la crisis tiene dos fundamentos institucionales. En lo económico, el mercado, en el que todo es mercancía incluido el ser humano en aquello que le caracteriza en gran medida, el trabajo y la cultura. En el orden social y político, la otra institución...