Cuando una piensa en aquellas épocas de la historia en las que el matrimonio era para siempre, pasara lo que pasara, cuesta creerlo. Si el amor moría, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre, y a tragar. Si el marido era violento, dictador y tirano, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre, y ni siquiera se investigaba la situación. Si la mujer era una acosadora psicológica, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre. Con lo cual se llegaba a verdaderas tragedias familiares y mucho sufrimiento.
Dar las gracias no es algo que nos resulte sencillo. Y vale la pena el esfuerzo
Practicar la gratitud es fundamental para casi todas las tradiciones religiosas y espirituales. Y todos tenemos mucho qué agradecer. Tenemos el asombroso privilegio de vivir en este planeta que está diseñado de manera singular para que los humanos puedan nacer,...