Cuando una piensa en aquellas épocas de la historia en las que el matrimonio era para siempre, pasara lo que pasara, cuesta creerlo. Si el amor moría, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre, y a tragar. Si el marido era violento, dictador y tirano, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre, y ni siquiera se investigaba la situación. Si la mujer era una acosadora psicológica, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre. Con lo cual se llegaba a verdaderas tragedias familiares y mucho sufrimiento.
«La industria te hace creer que estáis comiendo bien aunque sea mentira»
"Sabemos cómo haceros pagar más por un envase negro porque lo asociaréis a algo gourmet, cómo con el rojo pensaréis que el producto es más grande o con el verde que estáis comprando algo más ecológico. Sabemos tergiversar el etiquetado, porque lo conocemos mejor, para...