No cabe duda de que si hay algo que los padres y madres intentan evitar a toda cosa es el sufrimiento de sus hijos e hijas. Su preocupación es constante desde los primeros momentos del embarazo y los posteriores al nacimiento: “¿Estará bien? ¿Tendrá frío? ¿Calor? ¿Llorará porque tiene hambre?”.
¿Es posible el ocio sin alcohol?
Somos ejemplo de nuevas generaciones y el problema, aquí, se agrava: el cerebro adolescente es mucho más susceptible al daño que induce el alcohol, pudiendo producir déficits cognitivos a largo plazo.