El niño espía, el niño colchón, el niño confidente, el niño mensajero, el niño hipermaduro… Los niños son y deberían ser solo niños, pero la preocupante realidad es que aumentan de día en día los menores que están perdiendo su infancia y su felicidad en manos de sus propios padres, que les obligan a desempeñar un papel impropio de su edad. Son los hijos de parejas adultas que se separan o se divorcian y que los utilizan como arma arrojadiza contra el ex.
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De hecho, hasta hace no mucho, el matrimonio suponía el comienzo de una vida en familia. Esto es algo que a día de hoy no ocurre, puesto que muchas parejas no ven necesario tener que pasar por la Iglesia o los juzgados para considerar que han formado una familia.